martes, 31 de agosto de 2021

¡¡¡Qué bien suena la poceta!!!

 


Le pasó a Yoalixi, la hija de Doña Merito. Enviudó teniendo un hijo pequeño y viviendo en una casa alquilada de la que pronto le pidieron desocupación. Fueron días de mucha angustia hasta que la recomendaron para cuidar la casa de Amanda, una señora que había viajado a Curazao un poco de turista y otro poco de negociante, le había ido tan bien que hacía dos años y medio que no venía a Turisupi ni de visita. Su único hijo, Roboam, se había casado y hecho casa aparte. Se le hacía difícil estar al pendiente del cuidado de ambas casas, así que "cuadró" con Yoalixi esta relación "simbiótica": a cambio de que ella se encargara de su cuidado, podría vivir allí sin necesidad de pagar alquiler. La casa estaba, lógicamente, amoblada, lo que obligó a la dama a dejar sus propios enseres guardados en diversas casas de amigos. Se mudó alegre, sin embargo. Todo estaba en buenas condiciones. Bueno, casi todo, ya que del lavamanos y la ducha no salía agua. La poceta tardaba mas del promedio en "bajar" cuando le empujaban la palanca, pero Yoalixi no consideró necesario reportar tal detalle a Roboam. Al mes y medio de haberse mudado ..se les tapó la poceta.

A esa casa llegaba el agua desde el lunes por la noche hasta el miércoles por la mañana. Coincidió justamente a que ocurriera un día viernes. No había agua directa ese día. Cuando le vertió un tobo lleno de agua, la poceta, en lugar de bajar se llenó y arriba, como tres tiburones parduzcos quedaron flotando los resultados de la recién hecha función biológica.

Yoa de inmediato se asustó imaginando la cara y el tono de voz de Roboam pidiéndole desalojo por haberle tapado la poceta.

Con mucha repugnancia le correspondió sacar manualmente los flotantes submarinos y colocarlos dentro de una bolsa plástica que colgó en el árbol del patio más alejado de la casa, a la espera de la llegada del camión del aseo urbano que vendría apenas el siguiente miércoles. Probó destaparla usando el chupón...



...pero no le funcionó.
Llenó un tobo con agua y abundante champú.



Se lo vació, pero le resultó inutil.

Le vertió agua caliente y...nada.

Fue a la única ferretería del pueblo a comprar Diablo Rojo


pero le dijeron que el día anterior habían vendido el último pote que les quedaba. A la salida de la ferretería se encontró con Roboam:

- Buen día, señora. El sábado iré a la casa a tumbar unos cocos de la mata.

Yoa vio mentalmente y con angustia la imagen de Roboam subiendo la palmera, bajando los cocos, diciendo que necesitaba ir al baño y botándola de la casa por haber tapado la poceta.

- Este fin de semana no estaré, Sr. Roboam. Voy a Guyana a tramitar unos documentos.

- Caramba, yo puedo ir es sábado o domingo, en la semana estoy trabajando.

- Tranquilo, yo le puedo decir al vecino que los tumbe y se los llevo a su trabajo.

- No, llame por teléfono a casa y me deja dicho con mi esposa para yo pasar.

- Okey.

Angustiada fue a casa de su comadre Romelia.

- Comadre, deje la angustia, los baños de todas las casas se tapan. Acá se tapa cada semana porque mi cuñado lo que hace son unos plátanos grandísimos.

-Pero esta casa es suya y ese es un baño ajeno, me lo dieron a cuidar. Van a decir que no estoy cuidando. Me van a botar y no tengo dónde ir.

Al llegar a casa se encontró con que el niño había ido del cuerpo también y le tocó repetir la operación de colgar la bolsita en el último árbol. Le dijo al chico que a partir de ese momento evacuara en la bacinilla mientras ella "resolvía".

- No, yo no puedo. Yo me aguanto hasta que resuelvas.
-Vamos dónde tu madrina Romelia y evacúas allá.
- No, a mí me da pena. Yo me aguanto hasta que resuelvas.

Tres días después la angustia era mayor: la poceta tapada, el niño tres días sin evacuar, necesitaba conseguir dinero para pagar a quien le bajara los cocos para llevárselos a Roboam y evitar supiera lo de la poceta.

Su comadre Romelia le dijo que probara con soda cáustica pura

Tuvo qué ir hasta Guyana a comprarla. Le dijeron que echara un poquito, la dejara toda la noche y luego le vertiera una olla de agua caliente. Lo hizo. No funcionó.



Repitió la operación esa misma mañana dejándola todo el día, le echó agua caliente por la noche. Esa misma noche la dejó de nuevo con soda cáustica. Agua caliente por la mañana. Soda cáustica, agua caliente por la noche. Más soda cáustica, lo último que quedaba en el pote. A la mañana siguiente... Se le había terminado el gas. Tomó una olla ¡Ya no quedaba más soda cáustica que agregar ni podía calentar el agua! Llenó la olla con agua fría. La lanzó así mismo, con los ojos cerrados, al borde de la desesperación... Y escuchó el ruido característico que hace la poceta al bajar. No lo podía creer... Le lanzó otra olla y,..sí, bajó total y completamente. Corrió a despertar al hijo para que hiciera su necesidad fisiológica... Nunca el simple ruido de una poceta había dado tanta felicidad a una familia, "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde"

ESPECTROS EN DEJA VÙ

 



Chapeui y el Wilmer corrían desesperados. Eran las tres de la madrugada y la única calle de Turisupi estaba completamente solitaria. Sus pasos resonaban apagados en la vía de tierra. Sabían que si los policías les atrapaban tendrían que despedirse de la libertad por un tiempo largo.

Dos tiros al aire y de nuevo la voz de ¡Alto!

Aceleraron el paso a pesar de estar en el límite del agotamiento.
De pronto escucharon varios estampidos seguidos.
Chapeui sintió suaves golpecitos en el hombro izquierdo y en la cabeza y luego... Nada. El Wilmer síntió unos toquecitos en la espalda. Luego todo fue silencio y oscuridad. Ambos cuerpos se deslizaron al suelo cayendo frente a la puerta de la casa en venta de la difunta Caridad.

Un círculo de sangre se extendió alrededor de los cuerpos que desaparecieron repentinamente de la escena. La misma se repetiría la noche siguiente, exactamente a las tres de la madrugada, en un bucle sin fin.

Por eso tiene años en venta la casa de la difunta Caridad, y, aunque sus herederos - quienes no viven en Turisupi - le han ido bajando el precio ostensiblemente ¿Quién va a comprar una casa donde todas las madrugadas, a las tres exactamente, llegan en feroz carrera dos espectros para caer y desangrarse en su puerta?




miércoles, 18 de agosto de 2021

UN MONSTRUO EN EL SALÓN

 



La casa de Juan Herrera El Poeta sin Fronteras

Creo que muchas veces el amor propio, el orgullo, puede jugarnos malas pasadas, hacernos perder la oportunidad de aprender de quienes saben más en cualquier campo de la vida. Lo digo recordando a Adalberto Marín, amigo de un poeta de Turisupi llamado Juan Herrera a lo que agregaban aquello de "El Poeta sin Fronteras". Este era el orgullo literario de Turisupi porque una vez habían publicado un poema suyo en el ahora extinto periódico "El Mundo" de Caracas.

Había organizado una peña poética sabatina. Cada dos semanas se realizaba la reunión, cada vez en una casa diferente, turnándose así todos los hogares amantes de la literatura y la poesía en Turisupi. En realidad, eran solo cinco casas las disponibles para esto: las del propio Juan Herrera, la del veterinario, la del médico, la de Angi y la de Demetrio José de la Calle, no por él sino por su sobrina Nani, una chica que amaba la poesía y que cargaba para arriba y para abajo el Repertorio Poético de Luis Edgardo Ramirez, como otros cargaban la Biblia (Pero ya esa es otra historia).

Todos reunidos en la casa de turno comenzaba Juan Herrera, con su agradable voz de barítono, a leer a Ramón de Campoamor, Gabriela Mistral, Walt Whitman, Andrés Eloy Blanco, Keats, Aquiles Nazoa, Gustavo Adoptó Becker, Federico García Lorca...

Luego venía "la tapa del frasco" que era la ronda donde cada uno leía dos de sus escritos ante este selecto público formado por ellos mismos para recibir el infaltable aplauso, los elogios y nutrirse disfrutando de su minuto de gloria.

Un sábado tuvieron la sorpresiva visita de Adalberto Marín, un poeta amigo de Juan Herrera quien tenía en su haber el que la editorial El Venado Saltarín le hubiese publicado tres poemarios. A todas partes que iba llevaba su portafolios con dos copias de cada poemario. Una, la suya, autografiada por él para sí mismo y otra, la de la venta, por si acaso encontraba en sus idas y venidas a alguien interesado y dispuesto en adquirirla.

Les mostró los poemarios, les leyó algunos de sus poemas, les contó acerca de su participación en el Encuentro Latinoamericano de Poetas capítulo Curazao hacia solo siete años atrás y les comentó como quien no quiere la cosa que se dirigía a Guyana, invitado por una prestigiosa institución, para dictar un taller sobre la faceta poética de Edgar Allan Poe célebre como cuentista pero cuya producción poética era poco conocida.

Juan le mencionó que tenía, por cierto, un ejemplar con la Obra Poética Completa de Poe y Adalberto sintió curiosidad por verlo.

- Caramba, Juan, es la traducción que hizo de Poe Juan Antonio Pérez Bonalde, reconocida a nivel mundial como la mejor traducción. Quizá por el hecho de que Pérez Bonalde también fue alcohólico ha sido quien mejor ha traducido al castellano los poemas de Edgar Allan Poe. Este libro es una joya literaria. Prèstamelo para usarlo como material de apoyo y te lo traigo al regreso.

- No, que va, Adalberto. Antes prestaba libros a mis amigos y terminaba perdiendo tanto el libro como el amigo...no los veía más. Aprecio tanto a mis amigos y a mis libros que me he decidido por no prestar más libros ...¡Estuve a punto de quedarme sin amigos por eso!

- Por favor, Juan, serán sólo dos semanas. Al regreso de Guyana pasaré de nuevo por acá, a compartir de nuevo en esta peña, les contaré cómo se dio el taller y te devuelvo el libro. Te doy mi palabra de honor ¿Te es suficiente o quieres que te deje uno de mis poemarios como garantía?

Tanto insistió Adalberto que Juan terminó prestándole el libro.

- Por cierto ¿Dónde vas a dictar el taller, a quienes?

- En la Casa Tuzey, en la capital de Guyana, es una Casa de Reposo y Rehabilitación para personas con problemas de consumo de estupefacientes. Es muy exclusiva, sumamente costosa, allí no va todo mundo. Hay personas que llegan allí desde Estados Unidos, hasta desde Europa, Les limpian la sangre, tienen apoyo sicológico, les mantienen ocupados con actividades culturales, deportivas y artesanales dependiendo de las preferencias de cada quien. Este taller lo solicitaron los integrantes del Club de Poesía y como allí trabaja como secretaria la cuñada de una prima del sobrino de la hermana de mi ahijado Toñito, me recomendaron, les mostraron mis poemarios y me llamaron enseguida solo para cuadrar fecha, horario. Tendré alojamiento y alimentación esos quince días…

- Ok, ok, te espero en quince días entonces, sin falta, por favor. No me vayas a quedar mal.

- Tranquilo que te cumplo.

Todavía permaneció Adalberto dos horas más pavoneándose y haciendo alarde por el hecho de haber sido contratado en el extranjero para dictar el taller. luego siguió su camino rumbo a Guyana.

A los tres días estaba de vuelta. Algo amoscado devolvió el libro a Juan.

- ¿Qué pasó, pues, Adalberto? ¿No y que duraba quince días el taller?

- No va a haber taller. Bueno... Tuvimos un solo encuentro. Comencé, tú sabes,hablándoles ahí rapidito sobre la vida de Poe, por supuesto, hablé sobre Pérez Bonalde, mencioné el hecho de que ambos eran alcohólicos, que seguramente esto influyó para que Pérez Bonalde pudiera entender de fondo su poesía y brindarnos esta magistral traducción y saqué tu libro. Iba a leerles el primer poema que íbamos a analizar, cuando se para un muchacho y me pide le permita hacer él la lectura. La realiza en forma realmente magistral. Luego saca él su propio poemario de Poe y nos lee el mismo poema en su lengua original y hace el comentario de que estuvo en Inglaterra un año completo dedicado solo al estudio de Poe poeta. Yo casi que me desmayo. Y agrega el chico que no va a faltar a ninguna sesión porque "entre los poetas de habla inglesa es Poe su favorito". Bueno... de allí salimos al comedor, un opíparo almuerzo. Después cada uno a hacer su siesta y yo me vine...todavía me estarán esperando ¿Cómo dicto yo un taller así, con ese monstruo en el salón?


DALIA Y EL 69

 



Dalia era la única dama de Turisupi que trabajaba en "el oficio más antiguo del mundo". No era natural del pueblo, había llegado un buen día para quedarse y se quedó. Era también la única que tenía algunos dientes de oro. Apenas llegar se presentó a las autoridades y llegaron a un convenio: Respetaría a los menores de edad y a los hombres casados. Se plegó a estas normas y por ello no tuvo jamás problemas con las autoridades.



A pesar de su profesión era una mujer religiosa y muy devota. De María Magdalena - por supuesto - y de las ánimas del purgatorio. Todos los lunes, además de encenderles en casa nueve velitas colocadas en forma de cruz, les mandaba a hacer una Misa en la capilla. Misa a la que no asistía, porque "no se la llevaba muy bien con el cura", solía decir. Una vez en que estaba bastante estrecha economicamente y preocupada porque tenía deudas, soñó con el número 69. Era la noche del domingo para ese lunes dedicado a las ánimas, así que se dijo a sí misma que eran ellas las que le habían dado ese dato para que lo jugara a la lotería.


En ese momento estaba "corta de plata", "limpia", "seca"... No tenía dinero, pues. Bueno...sí tenía, pero ajeno. Un dinero guardado para pagar una deuda. Había avisado al acreedor el cual vendría al día siguiente a cobrarle. Pero el sueño venía de las ánimas... Eso, para ella, era algo seguro. A sus clientes fijos les pidió dinero prestado, todo lo más que pudieran, para devolvérselos al día siguiente.


Juntó todo el dinero y lo jugó al 69 (Al revés y al derecho, por si acaso). Esa noche encendió la radio para escuchar los resultados del sorteo. Salió el 01 ¡No sólo no resolvió su problema, sino que quedó más endeudada que antes! Se disgustó mucho con las ánimas y, disgustada y decepcionada, les reclamó a voz en cuello: "¿Por que me hacen esto? ¡En el momento en que más las necesito! ¡Si nunca he dejado de ponerles sus nueve velas todos los lunes! ¿Por qué me hacen esto?"


Esa noche, luego de despedir al último cliente, se fue sola a la cama. Le costó mucho conciliar el sueño debido a la preocupación, sin embargo, terminó por dormirse y soñó... que se asomaba a la puerta y veía venir una carroza de color negro, tirada por caballos también negros. La conducía un esqueleto. Al llegar frente a su casa, la carroza se detuvo, de ella bajaron dos esqueletos cargando un baúl del cual sacaron posteriormente un montón de velas que le arrojaron a las puertas de su casa. Luego de vaciar el baúl de esta manera lo subieron nuevamente y partieron de allí con gran rapidez.


Dalia despertó muy impresionada por el sueño. Luego se volvió a dormir y soñó exactamente lo mismo. Durante toda la noche esto se repitió varias veces. De más está decir que nunca más encendió velas a las ánimas del Purgatorio

Sitio web de la imagen: https://blogs.mujerhoy.com/sexo-y-placer/2019/02/06/la-famosa-postura-del-69.html

NO SÓLO ANGI, TAMBIÉN DEMETRIO JOSÈ DE LA CALLE

 




No sólo Angi tenía una conexión extraña con las culebras. Estaba también el caso de Demetrio José de la Calle, quien les decía "Las amigas" y se disgustaba al enterarse de que alguien había matado alguna.


En el patio de la casa de Demetrio José de la Calle, en las cuerdas para colgar la ropa lavada, se veían balancearse a veces unas tres o cuatro culebras vivas.

La indicación de  Demetrio José de la Calle a sus allegados era de que si avistaban una culebra o serpiente ( y les aclaraba que las culebras eran las que no tenían veneno, como las "ratoneras", por ejemplo, mientras las serpientes sí lo tenían) no la debían matar sino llamarlo, que él iría a buscarla. En efecto, en esos casos llegaba Demetrio José de la Calle al lugar canturreando algo entre dientes (se decía que era la oración secreta con que las amansaba) y limpiamente y a mano pelá tomaba al ofidio con delicadeza y se lo llevaba enrollado en el brazo donde apenas tocarlo se acomodaba el animal.


Era un espectáculo verle llegar a su rancho dando traspiés después de una noche de farra. Por su sobrina Nani se sabía que en esos casos colgaba su pantalón cuidadosamente de un clavo en una esquina del cuarto y que colocaba una sierpe en cada bolsillo para evitar que la mujer le fuera a sacar el dinero que le quedaba para salir le luego con la historia de que "te lo bebiste todo anoche". Bueno, eso le había pasado una sola vez, y ahora más nunca, gracias a la colaboración de " Las amigas".


Tal vez sí era una oración secreta lo que daba a  Demetrio José de la Calle tal dominio sobre esos reptiles, y secreta se quedó, ya que un buen día el bueno de Demetrio José de la Calle falleció de un infarto repentino sin antes haber dado a conocer su secreto ni siquiera a sus familiares más cercanos.


Durante todo el velorio sus allegados tuvieron que soportar la vista de una inmensa verdigalla que, colocada a los pies de su catafalco le hizo guardia de honor toda la noche. Nadie se atrevió a espantarla y mucho menos a matarla, en honor del finado, ni fue para nadie una sorpresa el doble cortejo que hubo en el sepelio al día siguiente, ya que, tras los seis caballeros que, por turnos, se encargaban de hacer llegar el ataúd al Cementerio Municipal, detrás del cortejo humano encabezado por las plañideras a quien el Jefe Civil - amigo personal de Demetrio José de la Calle - había dado una buena paga con la indicación de que el llanto no se debería interrumpir "Ni un minuto, miren que para eso les estoy pagando bien" seguía el larguísimo cortejo de ofidios, chocante quizá a la vista pero conmovedor a la vez, toda vez que hasta la serpiente cascabel que lo encabezaba, aseveraba Doña Domitila, que la había visto soltar varias lágrimas no más entrar al Cementerio.


Sitio web de la imagen: https://www.cope.es/emisoras/castilla-la-mancha/toledo-provincia/talavera/noticias/busca-serpiente-que-mordio-hombre-ingresado-uci-del-hospital-toledo-20210228_1164133

LA TULA

  Fuente de la imagen: https://hive.blog/hive-181964/@luisfe/el-gran-saman-the-great-saman Son las cinco de la tarde y allá va Doña Servidea...