jueves, 3 de febrero de 2022

MÁS QUE UN SUEÑO RECURRENTE.

 




Foto propia tomada con celular Yezz



Se llamaba Corpus porque había nacido el día de Corpus Christi, pero desde muy pequeño le decían Papito. Hijo único de una pareja que había llegado desde el lejano pueblo andino de Timotes para residenciarse en Turisupi, al morir sus padres quedó solo. Nunca se le conoció novia ni sabía él mismo si tenía parientes en alguna parte de la geografía nacional. Sí, posiblemente en Timotes. Pero ni pendiente de conocerlos, sus padres le repitieron hasta el cansancio que habían tenido que abandonar su pueblo natal debido a “una historia fea’’ y que nunca se le ocurriera ’’asomar las narices por allí’’.


Vivía, pues, Papito, solo. Hacía un mes que se le repetía el mismo sueño todas las noches: Formaba parte de una larga fila de personas, una cola tan larga que, si miraba hacia atrás veía que la misma llegaba hasta el horizonte con señas de que seguía aún más allá.


Todos los que hacían la fila tenían en la mano un papel en blanco, totalmente en blanco, pero en el sueño él sabía que el mismo tenía un número, solo que era un número invisible. Indicaba ese número el verdadero lugar que ocupaba la persona en la fila. Constantemente al inicio de la misma estaban vociferando el turno: ’’La siguiente persona es la número…’’ a la persona portadora del ticket determinado se le aparecía la cifra en el papel. De inmediato una dama alta, vestida de negro cerrado y con un ridículo antifaz le iba a buscar y le acompañaba a cruzar una puertecilla que conducía a no se sabía dónde.


En este punto del sueño gritaban un número, el mismo aparecía en el papel que tenía Papito en la mano y este, temblando de miedo y exclamando ’’No quiero irme’’ despertaba sudoroso y alterado. Un mes de mal dormir había hecho mella en su ánimo. Pensaba decirle todo esto al Dr. Nucho cuando tuviera consulta con él. Tenía ya los resultados de los exámenes de rutina que acostumbraba hacerse antes de la consulta anual. Sólo que esta vez Nucho había pospuesto la misma para dar lugar a nuevos exámenes que nunca se había realizado antes. De hecho, algunos especializados que debió practicarse en Guyana. Así que, apenas le llegó el turno entró al consultorio de Nucho. Se saludaron con afabilidad.


El Dr. Nucho revisó los resultados que tenía entre manos, frunció el entrecejo, rectificó la posición de los lentes sobre su nariz, carraspeó y le dijo: ’’Sr. Corpus, usted… imagino que vino solo’’ ’’Sí, Dr. Nucho, vine como vivo…solo’’


El Dr. Nucho, se aclaró la garganta y, lo más suave y calmadamente que pudo le comunicó mientras le miraba fijamente:


’’El resultado de estos exámenes confirma mis sospechas, lamento decirle que… con lo que usted tiene…puede morir en cualquier momento’’


Papito le sostuvo la mirada, recordó su sueño recurrente, comprendió su significado y luego, lo más suave y calmadamente que pudo le contestó: ’’Usted también, doctor’’


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